Memorias de Abú II

“—Yo no quiero ir a la escuela, yo no quiero—,
un niñito callejero le decía a su mamá.
Como su madre era pobre, insistía cada día:
—Ve a la escuela, niño, que en ella tu suerte está.
De mala gana iba el niño y no atendía en la clase.
¡Qué me importa que me atrase!, solía a veces decir.
Y pensando de este modo, pasaron años y años
y el niño creció tamaño y al fin tuvo que salir.
—Así en las mías, se dijo, ya soy hombre
y divertido pasaré la vida.
Pero es que la vida cuesta.
El que no tiene fortuna, trabaja,
o sea todos los días de Dios.
Lo que ganaba su madre era poco, tan poco,
que apenas alcanzaba para comer.
Era preciso trabajar pero ¿en qué? si
si el pobre muchacho no hallaba trabajo
y con gente tan ignorante nadie quería tratar.
Al fin sólo, el muchacho pudo entrar de carrero
y aquel niño callejero solía a veces decir:
—Por qué Dios mío seré tan desgraciado
que en este oficio arrastardo todo es pena para mí?
Y la madre le contesta: —¡Ay, hijo mio!,
Sería otra tu suerte con la escuela que te dí.”
Este cuento sobre un niño callejero que se negaba a ir a la escuela y su triste destino era relatado por mi abuela en mi infancia.

50 x 70 cm.

Gouache, Walnut Ink, Cartón y foto sobre papel Shoeler.

Año: 2001